Cuando vine a Mallorca   comencé a mezclar la sal y las hierbas, pero después de unos años de repente había 10 o más en el mercado que también lo hacían, así que tuve la idea de la sal de ajo hecha de ajos tiernos verdes y mi hijo me sugirió que la guardara en grandes barricas de barro como el vino fino.

Después de 5 años de intentarlo, había llegado el momento. Encontré un alfarero mallorquín que me hace pequeños barriles de barro de colores, donde yo mismo lleno la sal de ajo y la vendo en pequeñas cantidades solo en mi tienda en Porto Cristo.